Uno de los principales motores del auge del emprendimiento femenino ha sido la digitalización. Plataformas como Instagram, Facebook y TikTok han permitido a muchas mujeres visibilizar y comercializar sus productos y servicios sin necesidad de grandes inversiones iniciales.
Por: Alicia Acuña Galleguillos
El emprendimiento femenino en Chile ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años, reflejando el esfuerzo y la resiliencia de miles de mujeres que han decidido tomar las riendas de su propio destino económico.
Sin embargo, este avance no ha estado exento de obstáculos que evidencian la persistencia de brechas estructurales en el acceso a financiamiento, redes de apoyo y conciliación entre la vida laboral y familiar.
Uno de los principales motores del auge del emprendimiento femenino ha sido la digitalización. Plataformas como Instagram, Facebook y TikTok han permitido a muchas mujeres visibilizar y comercializar sus productos y servicios sin necesidad de grandes inversiones iniciales.
Asimismo, iniciativas públicas y privadas, como los programas de Sercotec, Corfo y el BancoEstado, han contribuido a fortalecer el ecosistema emprendedor con subsidios, capacitaciones y acompañamiento especializado.
Las Dificultades
No obstante, la realidad sigue siendo desafiante. Según diversos estudios, las mujeres emprendedoras tienen más dificultades que los hombres para acceder a créditos bancarios y financiamiento para expandir sus negocios.
Muchas de ellas dependen del autofinanciamiento o de redes informales de apoyo, lo que limita su crecimiento y sostenibilidad en el tiempo. A esto se suma la carga de responsabilidades domésticas y de cuidado, que en la mayoría de los casos sigue recayendo de manera desigual en las mujeres.
Otro factor determinante es la falta de redes de contacto y espacios de mentoría. En un mundo empresarial donde las oportunidades a menudo se generan en círculos cerrados, la ausencia de mujeres en espacios clave de toma de decisiones y negociación se convierte en una barrera adicional para el éxito de sus emprendimientos.
Es por ello que se debe fomentar el networking femenino y generar instancias de colaboración resulta fundamental.
Pese a estas dificultades, el emprendimiento femenino en Chile no solo ha crecido en número, sino también en impacto. Cada vez más mujeres están apostando por negocios con un fuerte componente social y sustentable, generando empleo y promoviendo modelos de negocio innovadores que responden a los desafíos actuales.
La economía circular, el comercio justo y la digitalización son algunas de las tendencias donde las emprendedoras chilenas han sabido marcar la diferencia.
Es imperativo que tanto el sector público como el privado redoblen esfuerzos para eliminar las barreras que dificultan el desarrollo del emprendimiento femenino. El acceso equitativo a financiamiento, la implementación de políticas de conciliación laboral y la promoción del liderazgo femenino en espacios estratégicos son claves para consolidar un ecosistema emprendedor más inclusivo y dinámico.
El futuro del emprendimiento femenino en Chile es prometedor, pero requiere un compromiso decidido de todos los actores de la sociedad. Invertir en las mujeres emprendedoras no solo es un asunto de equidad de género, sino también una apuesta inteligente para el crecimiento económico y el desarrollo sostenible del país.
